Presentación

En la “micro-historia”. . . (delimitar y comprender una sucesión de acontecimientos relativamente pequeños). . . podemos ser bastante precisos sobre lo que estamos haciendo. Pero al nivel de la “macro-historia”, ya es otra cosa. . . las reglas de la lógica histórica comienzan a fallar, y el investigador se ve lanzado en un mar de inconmensurables posibilidades. Sin embargo, éste es el nivel en que la historia debe escribirse [para] intentar el entendimiento de la amplia relación del hombre con lo que lo rodea.[1]

Desde el surgimiento de la historia con pretensiones científicas en el siglo XIX, la moda académica ha pendulado entre períodos que privilegian los datos y la investigación intensiva de períodos y geografías muy acotados, y otros en los que se deja oír la insatisfacción con ese enfoque y el reclamo de visiones amplias y abarcadoras. Este vaivén a largo plazo nos ha llevado, después del movimiento en pro de la “síntesis histórica” de las primeras décadas del siglo XX, a una prolongada concentración en lo pequeño y detallado que desconfía de los grandes relatos. Pero, tanto en nuestro rincón musical de la historia como en los espacios más amplios de la disciplina se está haciendo patente nuevamente la necesidad de narrativas de larga duración y amplia cobertura. El problema es que no podemos borrar la desconfianza posmoderna hacia las grandes síntesis, asentada en bases tanto filosóficas como de sensibilidad.

En este dosier ―versión revisada de una movida mesa temática en el III Congreso de la ARLAC en Santos, 2017― nos hemos reunido cuatro historiadores de la música con experiencia en la aventura de escribir textos panorámicos y abarcadores. Reflexionamos sobre el concepto del gran relato, las técnicas empleadas, los aspectos contemplados; narramos cómo hemos intentado resolver los conflictos entre la necesidad percibida y la resistencia al gran relato.

Creo que la variedad de sujetos abordados y de perspectivas en el tratamiento le confieren interés. En la contribución de Juan Pablo González, destaco la riqueza de repertorios y contextos sociales a los que hace referencia, el reconocimiento de los diversos criterios (canonicidad, popularidad, artisticidad, valor como documento de época), y la insistencia en la función del gran relato como contexto u horizonte. En la de Víctor Rondón, sobresale la pluralidad de puntos de vista, incluyendo la educación y la divulgación; también la actualidad (la importancia de los big data). En el tratamiento de Victoria Eli Rodríguez, el enfoque sistémico de los complejos genéricos, en relación con la historia, la centralidad de los espacios de socialización para estructurar el hilo narrativo, y la dificultad de conectar los niveles popular y académico de la vida musical. Por mi parte, he hecho hincapié en la distinción entre gran relato y metarrelato; y he creído encontrar una solución parcial a las contradicciones con el tema de los relatos plurifocales.

Espero que la discusión sirva de estímulo para que más de nosotros abordemos el desafío de contar las grandes líneas de nuestras historias musicales.

 

Leonardo J. Waisman


 



[1]. H. Stuart Hughes: La historia como arte y como ciencia, trad. de Matilde Villaroig (Madrid: Aguilar, 1967), 18.