Este libro ―narrado en primera persona y realizado a partir de la propuesta de tres mujeres quienes entrevistaron al autor durante más de tres años― podría ser catalogado como una autobiografía y anecdotario del proceso de grabación de alguno de los discos de rock más emblemáticos de la Argentina. Con prólogo de Andrés Calamaro, se organiza en ocho capítulos, un epílogo y varios anexos que incluyen instrucciones simples para hacer un disco, comentarios sobre sus discos favoritos, un glosario de términos técnicos y el listado de producciones en las que formó parte, ordenado cronológicamente desde 1978 hasta 2015.
Al final se agrega una larga lista de agradecimientos a maestros, socios, asistentes, músicos y amigos quienes, según palabras del propio Breuer, confiaron en su “huella sonora” (187).
Este singular concepto titula el segundo capítulo y es una de las cuestiones más interesantes para introducir una breve reflexión al respecto. La sección se abre con la siguiente pregunta: “¿Por qué los músicos venían a grabar conmigo?”, o bien qué es lo que hace a un ingeniero de sonido especial frente a tantos otros. Breuer pasa lista a una cantidad de motivos posibles vinculados, por un lado, con algunas cualidades humanas, tales como su capacidad de asumir riesgos y salirse del modelo establecido, su mayor compromiso con la música que con la técnica, el impacto vivencial de algunas experiencias adolescentes y sus referentes profesionales, pero también, su decisión de grabar siempre con todos los músicos juntos, su preferencia por los sonidos graves y separados pero con un resultado “orgánico” y aquello que denomina sus “agregados de magia” o “picos de atención”. No obstante, el concepto de “huella sonora” permanece como un significante abierto, al punto de formar parte de una autodefinición que lo excluye: “como productor, pretendo [que] mi huella no se note” (34).
Albin Zak
III, autor de The
Poetics of Rock. Cutting Tracks, Making Records ―uno de los escasos trabajos que abordan teóricamente el tema de las
grabaciones de rock― dedica un capítulo a estudiar la figura de la dupla
ingeniero/productor y su lugar en el proceso creativo. Allí sostiene que, si
bien algunos productores tienen un estilo personal distintivo, reflejado en el
diseño sonoro del proyecto en el cual trabajan, siempre se trata de un trabajo
colaborativo entre todos los miembros del equipo de grabación.[1]
Además, señala que la identificación del productor con la figura del auteur,
imponiendo su propio sonido y visión sobre diversos proyectos, resulta un tema
sumamente controversial, excepto si el productor también es el ejecutante.[2]
Para sostener tales afirmaciones, Zak III se basa en
los argumentos de Don Was [Donald Fagenson]
músico y productor estadounidense, para quien esta idea sólo puede aplicarse al
caso del director de cine al que responde todo el equipo del set de filmación,
mientras que en una grabación la relación se invierte y todo el trabajo se
orienta en función de la propuesta estética del artista.
Sin embargo, lo anteriormente dicho no nos exime de la necesidad de explorar más detalladamente el asunto de la “author’s signature” o el concepto de “huella sonora” en toda su complejidad, tema al cual este libro aporta algo más que un grano de arena.
Los capítulos restantes permiten varias lecturas posibles: la más simple es una cronológica que se inicia en los años de su infancia y adolescencia: su formación (primero musical y luego técnica), sus influencias estéticas y la descripción de los avatares de su vida profesional en diversos estudios de la ciudad de Buenos Aires. Todo ello funciona como un muy buen pretexto para compartir con un lector no especializado detalles técnicos, estéticos y anecdóticos la grabación de muy variados discos de rock local, acompañados de una interesante selección de fotografías personales inéditas hasta el momento. Pero este recorrido propuesto también permite una lectura más profunda y crítica de los cambios acontecidos en los diferentes modos de producción de la industria discográfica argentina y mundial a lo largo de más de cincuenta años de trabajo sostenido por Breuer con profesionalismo y convicción, pero fundamentalmente con pasión.
Lisa Di Cione