Generación híbrida. Escucha crítica de la discografía de Zapato 3 desde el análisis musicológico para la producción musical
Luis Pérez Valero
Revista
Argentina de Musicología, Vol. 23 Nro. 2 (2022): 52-72 ISSN
1666-1060 (impresa) – ISSN 2618-3072 (en línea)
Generación híbrida. Escucha crítica de la discografía de Zapato 3 desde el análisis musicológico para la producción musical
El presente artículo estudia el proceso de
producción musical a partir del audio en la discografía de la banda venezolana
Zapato 3, en su momento, una de las agrupaciones más importantes del rock
nacional. La metodología es cualitativa y parte de la escucha crítica para el
análisis de la mezcla a partir de los seis criterios establecidos por Owsinski (2017): balance, frecuencia, panorama, dimensión,
dinámica e interés; así como un análisis panorámico del disco en función de los
criterios de entorno acústico, transparencia, balance musical, imagen estéreo y
color del sonido. De acuerdo con lo anterior, se han inferido aspectos de la
producción musical, técnicas de grabación y praxis interpretativa. El corpus
está constituido por cinco producciones discográficas entre los años 1989 y
1999, diez años marcados por el cambio de la tecnología analógica a la digital
cuya transición es definida por Luthar (2021) como
“escucha híbrida”. Como resultado se aprecia que la modificación del audio
obedeció a posibilidades técnicas y creativas que confluyeron en el uso de
técnicas de postproducción, como el uso de filtros, compresión, procesadores
electrónicos, entre otros. Se complementó el análisis del audio con una
revisión documental, bibliográfica y se complementó con entrevistas
participantes: una a Eugenio Miranda, productor del primer disco de la
agrupación y José Antonio Cepeda, productor musical quien se aproximó a las
grabaciones desde la escucha crítica.
Palabras clave: análisis de la grabación, musicología de la producción musical,
producción discográfica, Zapato 3
Hybrid Generation. Critical listening of Zapato 3´s discography from the musicological analysis for musical production
This paper studies the record productions of
the Venezuelan band Zapato 3, at the time, one of the
most important national rock groups. The methodology is qualitative and part of
critical listening for the analysis of the mix based on the six criteria
established by Owsinski (2017): balance, frequency,
panorama, dimension, dynamics and interest; as well as a panoramic analysis of
the disc based on the criteria of acoustic environment, transparency, musical
balance, stereo image and sound color. According to the above, aspects of
musical production, recording techniques and transmission of musical energy
have been inferred. The corpus is made up of five record productions between
1989 and 1999, ten years marked by the change from analog to digital technology
whose transition is defined by Luthar (2021) as
“hybrid listening”. As a result, the modification of the audio was due to
technical and creative possibilities that converged in the use of
post-production techniques, such as the use of filters, compression, electronic
processors, among others. The audio analysis was complemented with a documentary
and bibliographic review of the band and was complemented with participant
interviews: one with Eugenio Miranda, producer of the group's first album, and
José Antonio Cepeda, music producer.
Keywords: Recording Analysis, Musicology for
Music Production, Record Production, Zapato 3
Introducción[1]
[El productor] es la persona que agarra el desastre que tú tienes y lo convierte en una obra.[2]
Diego Márquez, baterista de Zapato 3
Formada en la ciudad de Caracas en 1983, Zapato 3
es, junto a Desorden Público y Sentimiento Muerto, una de las bandas más
representativas de la música rock en Venezuela durante la década de 1990, época
en que los estudios de grabación migraban de la tecnología analógica a la
digital. A lo largo de su trayectoria ha tenido diversos integrantes, pero
destaca la permanencia de Carlos Segura en la voz, Álvaro Segura en la guitarra
y Fernando Batoni en el bajo; han tocado la batería
en distintos momentos Diego Márquez, Rafael Cadavieco
y César Domínguez, así como la incorporación de Jaime Verdaguer en los
teclados. El periplo discográfico tiene particularidades que se aprecian en los
cinco discos que transcurren en un lapso de diez años (1989-1999), década complicada
a nivel político, económico y social en Venezuela, signado por intentos de
golpe de estado, devaluación de la moneda y protestas civiles.
Diferentes autores han señalado la importancia de
Zapato 3. Por ejemplo, Allueva los considera una de
las agrupaciones más representativas de su época, junto con los grupos antes
mencionados.[3] Por
su parte, Jaraba aprecia el dominio escénico de los músicos y su intensa
actividad de conciertos durante la década de 1990.[4] Velásquez
Rondón y León opinan que Zapato 3 tuvo una proyección que hasta ahora, ninguna
otra agrupación nacional ha tenido: conciertos en circos, en actividades
escolares y la participación como teloneros de Soda Stereo
durante su segunda gira en Venezuela.[5]
Hay dos textos monográficos sobre la banda. Miranda realizó una
investigación etnográfica participante con numerosas horas de entrevistas y
fotografías que culminaron en el primer libro sobre Zapato 3.[6] Por su parte, Guarache Ocque hizo una retrospectiva de la banda desde sus inicios
hasta el año 2012, cuando realizaron la gira “La última cruzada” y que
celebraba el reencuentro de los músicos con el público.[7]
Además, Zapato 3 cuenta con tres audiovisuales documentales: el primero, el
trabajo antes citado de Velásquez Rondón que narra la influencia de la banda en
una escena local en el suroriente de Venezuela;[8]
Sánchez y Manzano, quienes hacen una reseña de la banda desde sus inicios hasta
el año 2010;[9] y Soles, quien documentó la
gira “La última cruzada” del año 2012.[10]
Todos los autores han dejado constancia, de la actividad de la agrupación; sin
embargo, la musicología venezolana ha mostrado poco interés por esta línea de
investigación, a pesar de que dentro de la academia se han producido algunos
trabajos sobre el movimiento de rock en el país, como los de Mogollón Trujillo,
Mendoza o López D´Jesús.[11]
Con la intención de complementar los anteriores
trabajos en torno a Zapato 3, el presente artículo estudia el audio de la
discografía durante la década de 1990 a partir del análisis musicológico para
la producción musical, camino emergente dentro de los estudios académicos y
recorrido por autores como Zagorski-Thomas, Juan de
Dios Cuartas o Moylan.[12] En el
análisis de la grabación el objeto de estudio está en el soporte fonográfico
desde el cual se pueden analizar la interpretación, la música y el audio.[13] En
el caso que se presenta, se analiza el resultado de la mezcla a partir de los
criterios establecidos por Owsinski, estos son: 1) el
balance, como relación entre los niveles de volumen y los elementos musicales;
2) el rango de frecuencia, determinado por las frecuencias audibles y que están
correctamente representadas en el audio; 3) el panorama, lugar que ocupan los
elementos musicales en el fonograma; 4) la dimensión, el entorno musical y el
ambiente fijado en la pista, bien sea que responda al resultado de las
condiciones físicas del estudio o se haya generado durante la postproducción;
5) la dinámica, establecida a partir del control de volumen que envuelve cada
pista o todo el álbum y; 6) el “interés” o “punto focal” de cada tema en la que
se responde a la pregunta de qué tiene de especial la mezcla y cuál es su sello
particular.[14] Se
consideraron otros aspectos que complementan la información, como el arreglo,
la instrumentación y la energía musical de la performance.[15]
En este texto se explica cómo desde la producción
musical se estableció una personalidad artística de la banda;[16] por
ello, se ha considerado la escucha crítica a partir de los principios de Moylan: cada grabación es única e irrepetible; existen
puntos en común con otros fonogramas, lo que obliga a escuchar con perspectiva,
intención y atención.[17] Se
hizo un ejercicio de escucha crítica de cada disco en tres distintos momentos y
en la primera audición se hizo un juicio crítico sobre la mezcla.[18] Los
resultados obtenidos se contrastaron entre sí, se buscaron puntos en común,
distintos y contrastantes. Simultáneamente, se hizo una revisión bibliográfica
y documental cuyo interés recayó en las referencias sobre aspectos de
producción musical. Por último, se hizo entrevista abierta con especialistas
del área: Eugenio Miranda, primer mánager de Zapato 3 y José Antonio Cepeda,
productor musical independiente.
En torno a la escucha y la grabación: análisis musicológico de la mezcla
Hay varias aproximaciones sobre la escucha, ninguna
es definitiva. Para Massenburg, la escucha se
categoriza a partir de cómo es recibida y analizada por el oyente. El autor
define la escucha crítica como el oficio de ingenieros de audio y productores
musicales, quienes consideran aspectos como el timbre y el balance en la
mezcla.[19] En
este sentido, Cheung-Ruiz estima que la escucha crítica es un ejercicio de
atención y evaluación necesario en el estudio de grabación.[20] En todo
caso, la escucha crítica es una disciplina relevante dentro de los estudios
académicos y técnicos de la producción musical.[21] Katz
considera que la escucha crítica inicia al diferenciar entre la escucha pasiva
y la escucha activa, la primera es la escucha de la música mientras se hace
otra actividad, como hacer deporte o leer. La segunda, consiste en la
concentración absoluta sobre el fenómeno sonoro.[22] Para
Bennett y Bates es una actividad similar al etnógrafo que analiza las
grabaciones de campo, pero que evalúa parámetros de audio.[23]
Para el análisis de la grabación, Hepwort-Saywer propone tres categorías de escucha para el
fonograma: a) macroescucha, como ejercicio evaluativo
general; b) la microescucha, que se centra en
pequeños detalles y, c) la escucha holística, como evaluación de todo un álbum.[24] Por
otro lado, Moylan propone métodos de análisis de la
grabación que combina la psicología de la percepción, la música y la producción
musical.[25]
Este autor señala tres tipos de escucha: la escucha analítica, que se relaciona
con los distintos contenidos del fonograma, como la letra de la canción, la
música y el audio; la escucha crítica, que valora los distintos elementos y su
función dentro de la pista y la escucha profunda, considerado como el nivel
máximo de atención en los pequeños detalles.[26] Es por
ello que, para el análisis de una producción musical, el entrenamiento audio
perceptivo es insustituible, exige que el oyente conozca la música y sus modos
de producción.[27] En
todo caso, como expresa Cheung-Ruiz, la escucha crítica requiere que el oyente
interprete “los elementos, profundidades y dimensiones de la música, y necesita
de todas las aristas que pueda acoger, sea de una escucha técnica, sociológica
o analítica. Si no lo escuchas, no existe”.[28]
En esa misma línea, la mezcla se define como la distribución de las fuentes
sonoras dentro del fonograma, resultado de las decisiones técnicas y estéticas
de los productores e ingenieros de audio.[29]
En la grabación se fija la interpretación del artista, durante el proceso de
postproducción, el ingeniero de mezcla y el productor musical toman decisiones
para que el fonograma cumpla con el estilo musical y despierte interés en la audiencia.[30] Para lograr esto, durante
la mezcla se modifica el timbre, se crean contrastes, se modifica la sensación
de espacialidad y profundidad. Hay muchos tipos de mezcla. Moore destaca la
mezcla estática, entendida como aquella que permanece intacta de principio a
fin de la pista, y la mezcla dinámica, como la que se modifica a lo largo del
fonograma.[31]
Por otra parte, De Man y sus coautores coinciden en
lo difícil que es recolectar data
porque el trabajo de mezcla se produce en un espacio íntimo de creación —el
estudio de grabación—, en donde las decisiones son rápidas, producto de la
práctica profesional del mezclador.[32] Por ello,
para el estudio final del fonograma, Liu-Rosenbaum sugiere analizar los
elementos que destacan a lo largo de la mezcla, como la prosodia musical y el
resultado general.[33] A
nivel metodológico, Liu-Rosenbaum propone el “mapa de la canción”,[34] un
esquema que dividide en segmentos los eventos sonoros y evidencia las
decisiones del ingeniero de mezcla, último aporte al objeto-fonograma.[35] El
cantante es también centro de atención del ingeniero de audio. Estudios como el
de Castillo demuestran cómo se procesa la voz en beneficio de la retórica
musical de una grabación.[36] Con
relación a esto, Casanella estudió un campo
relacionado con la voz y los medios electrónicos que complementan una
producción.[37]
Este último elemento fue un rasgo en algunas grabaciones que se estudiaron en
este trabajo. A partir de lo anterior, Zapato 3 está en el marco de lo que Luthar denomina “generación híbrida”, definido como el
período de transición de la escucha analógica a la digital.[38] A raíz de
esto, la discografía estuvo sometida a los avatares de la tecnología del audio
que redundaron en las grabaciones y en el resultado de la mezcla. Como han
expresado Scott y Kim, también influyen las características de los
instrumentos, la praxis interpretativa y la energía musical que redundan en la
frecuencia de banda, el contorno espectral y el contorno dinámico.[39]
Grabaciones clandestinas
Hubo en Caracas un movimiento emergente de bandas
de rock con las cuales Miranda entró en contacto por su actividad como locutor
en la Radiodifusora de Caracas en 1983, y luego, cuando la emisora cambió su estilo,
comenzó a trabajar en Radio Capital. Las bandas contactaban directamente a
Miranda con grabaciones independientes que realizaban por su cuenta y le
llegaban materiales muy disímiles. A partir de esta experiencia, Miranda
consideró que “lo que hacía falta en la Venezuela de 1983 era una casa disquera
que grabara y fabricara en vinilo a todas esas bandas. Primero, para difundir
en otras estaciones de radio, sobre todo en el interior. Segundo, para que
quedara un registro histórico”.[40]
Sonográfica, Sonorodven
y CBS (Sony) eran los sellos discográficos que dominaban el mercado en la
Venezuela de finales de los años ochenta, en un principio, no les interesó
hacer rock venezolano. Solo Corporación Los Ruices (Color), que en aquel
momento era propiedad del músico de salsa Oscar D´León,
había producido bandas de rock como Arkangel,
Témpano, Resistencia y Equilibrio Vital.[41] Pero el
rock parecía un negocio no rentable en cuanto a venta de discos, aunque desde
afuera las notas de prensa y conciertos obviaban esa realidad. Pero hacia 1985
impactó en el país caribeño las producciones discográficas argentinas, Andrés
Calamaro, Charly García, Fito Páez y Soda Stereo eran
distribuidos a nivel nacional e incluso realizaron conciertos que tuvieron gran
demanda. Sonorodven consideró que era el momento más
adecuado para firmar un contrato con la agrupación local emergente más
prestigiosa del momento, Sentimiento Muerto, quienes grabaron su primer disco El
amor ya no existe (1987) bajo la producción musical del músico rosarino
Fito Páez. Por su parte, Desorden Público, firmó contrato con CBS y su primer
disco Desorden Público (1988) fue producido por Carlos Savalla, productor musical de los brasileños Os Paralamas do Sucesso.[42]
Eugenio Miranda identificó que Zapato 3 tenía relevancia,
pero sin representación discográfica. Fue entonces cuando hizo una empresa
titánica en la Venezuela de la época: el sello independiente Grabaciones
Clandestinas. Miranda comenta que el proceso de producción fue rápido y
breve. Además, aunado a la inexperiencia en los estudios de grabación, redundó
en la calidad final del fonograma. Amor, furia y languidez (1989) fue
grabado prácticamente en vivo, lo que permitió capturar la energía musical de
la banda. En el primer disco la plantilla instrumental estaba centrada en el
ensamble de rock tradicional: voz, guitarras eléctricas, bajo eléctrico y
batería. El sonido en general era oscuro, es decir, con poca presencia de
armónicos superiores. Hay segmentos de audio desbalanceado entre los
instrumentos, un sonido de garaje que los músicos, aún hoy en día, no lo
asimilan como un primer disco[43]. En
entrevistas y textos el fonograma es reseñado como de “opacidad notoria”, “un
ensayo”, “un intento”,[44]
pero hay aspectos que, desde la escucha crítica favorecen a la banda. El rasgo
tímbrico del disco es la inarmonicidad, que se define
como sonidos con pocos armónicos, escasa claridad de frecuencias agudas y casi
sin definición de valores espectrales.[45] En
algunas agrupaciones como Radiohead este sonido es buscado con una finalidad
estética.[46] No fue el caso de Zapato 3. Amor, furia y
languidez fue una propuesta audaz en medio de un intenso mercado comercial.
El disco hizo que la agrupación se visibilizara a nivel nacional y tiene unas
cualidades sónicas que fueron estilemas en las siguientes producciones. Eugenio
Miranda y Grabaciones Clandestinas habían apostado por Zapato 3 y por el
movimiento de bandas de aquel entonces.
En Amor, furia y languidez es notorio el
contraste en el arreglo musical.[47]
Asimismo, ha quedado la impronta vocal del cantante, marcadamente nasal y que
ha sido huella indeleble dentro del estilo de Zapato 3. En una aproximación a
la escucha profunda,[48]
algunos temas poseen características particulares, como “Asfalto”, en donde el
arreglo musical está elaborado en secciones y cuya energía musical está
direccionada hacia el solo de guitarra que, pese al marcado desbalance, hace
que el punto focal del escucha, concepto trabajado por Hepworth-Sawyer
y Hodgson, se concentre en la base rítmica.[49] Otro
tema, “Nauseas nocturnas” coquetea con el dance y la textura mixta de la
música electrónica. Cada canción tiene sus puntos climáticos definidos, pero
que se aprecia dispersa por el desbalance de la mezcla.
Sonográfica
Entre Amor, furia y languidez (1989) y Bésame y suicídate (1991)
han cambiado condiciones tecnológicas, la grabación pasa de la inarmonicidad a un sonido con brillo y potencia. La
incorporación de Zapato 3 al catálogo de Sonográfica
significó la proyección comercial de la agrupación.[50]
Han pasado dos años, la banda es reconocida en la escena local y translocal, han grabado en estudios profesionales y se
distribuyó la música en tres formatos: vinilo, disco compacto y casete. Además,
Sonográfica delegó la producción musical en Durban
Laverde quien había trabajado con Jimmy Page (Led Zeppelin).[51] Laverde es reconocido en el
circuito rock venezolano. Sin embargo, tiene una interesante trayectoria que no
ha sido estudiada por la musicología venezolana. Participó en producciones
discográficas de Joan Armatrading (1979), Manfred Mann´s Earth Band (1986 y 1987),
e hizo otras producciones para Sonográfica con los
grupos Vox (1993), Los Gusanos (1994) y Yátu (1995).[52] En otras palabras, la
compañía discográfica apostó por el rock nacional a través de la experiencia de
Laverde.[53] De esta manera, Zapato 3
ingresó “en el mainstream local al abrirle las puertas a una audiencia
que estaba más pendiente del pop y otras especies [musicales] menos
comprometidas”.[54] Pero la recepción del
mercado nacional junto con la crisis política, social y económica del momento,
fueron factores que implosionaron la tentativa de consolidación de producciones
nacionales de rock.[55]
Para el análisis de Bésame y suicídate se
revisaron dos versiones: en vinilo (1991A) y en disco compacto (1991B). En esta
grabación la inarmonicidad ha desaparecido producto
del respaldo tecnológico y tiene las cualidades sónicas del audio profesional
de la época; es decir, hay amplitud de las frecuencias graves y agudas, el
balance general define las fuentes sonoras. Musicalmente, los arreglos son
complejos, como el uso de varias guitarras en una misma pista y que resalta en
temas como “Déjame hablar” y “Ahora estoy sin ti”. Cada pista es un ejercicio
de contrastes, bien sea que se destacan las capas sonoras o desde la praxis
interpretativa porque han crecido notablemente como músicos. De hecho, con
Laverde hubo una disciplina de trabajo con cada integrante. Expresa Batoni, bajista: “yo tuve que aprender en dos o tres
semanas a ejecutar el bajo de otra manera y a darle resultado a mis líneas de
bajo conservando mi sonido [...], entendiendo la responsabilidad que tiene [en
la música] el instrumento [...]”.[56] El
entorno acústico es concreto y el tiempo de reverberación es mayor o menor, a
partir de las necesidades expresivas que propone la mezcla. El añadido de reverb en cualquiera de sus posibilidades técnicas
como echo chambers o digital reverb queda reflejado en esta grabación, aspectos que Moylan considera relevante durante la escucha crítica.[57]
En este disco, cada pista es complemento estético
de la otra, lo que diversa la escucha y la atención en cada fonograma. El juego
de contraste tímbrico se aprecia en “Como un fantasma”: con mezcla dinámica, la
guitarra está en contracanto con la voz y hacia el
final, se añade reverberación y compresión que recuerda a “Náuseas nocturnas”,
del primer disco. Por otro lado, en la edición del disco compacto hay tres
temas que, por motivos de espacio, no aparecen en el vinilo: “Déjame hablar”
arreglada al estilo de disco dance, una versión en vivo de “Nauseas
nocturnas”, quizás para evocar la banda en concierto y otra versión de “No
puedo despegar”, estos dos últimos temas habían aparecido en el primer álbum.
Además, se han incorporado músicos invitados,[58] como necesidad
expresiva y que era posible por las posibilidades financieras de la producción.
En este sentido, como señala Di Cione, el productor
musical da forma al fonograma, tiene el rol de mediador y en sus manos recaen
las decisiones creativas y coercitivas en beneficio de la calidad de audio y de
la producción.[59]
Zapato 3, Sonográfica y Laverde hicieron un álbum de
contraste tímbrico y textural en la mezcla, con un entorno acústico natural que
proyecta la ejecución de los músicos. El disco vendió 60.000 copias en los
primeros tres meses, algo insólito en el mercado local.[60] De hecho,
en una entrevista Márquez expresó que “a nivel local [Sonográfica]
se sentía complacida”.[61]
Cuando la agrupación graba su tercer disco Separación (1994) la
banda se ha consolidado en la escena musical. En este álbum se incorporaron
como músicos fijos Jaime Verdaguer (teclados) e ingresa el baterista Rafael Cadavieco. En líneas generales este disco presenta texturas
complejas y un contrapunto sónico en la mezcla que va in crescendo en
las distintas canciones. La producción expone el contraste entre las distintas
fuentes sonoras y su balance. En especial, en “Separación” la voz frente a los
otros elementos musicales ofrece un mensaje íntimo desde el punto de vista
literario reforzado por la proxemia vocal en la mezcla: la voz susurra al
escucha. Además, el punto de energía y la dinámica descansa en la guitarra. El
arreglo musical alcanza puntos climáticos: ante el amplio rango dinámico y la
profundidad que se ha alcanzado, la incorporación de los teclados y las voces
grabadas generan una riqueza tímbrica y armónica con respecto a los otros
temas.
Bésame y suicídate y Separación fueron
producidos por Laverde, pero cada álbum tiene un sonido particular. En el
primero el sonido recuerda el estilo de hard rock,[62] con
la amplitud de frecuencias en las guitarras, mientras que en el segundo ha
iniciado un proceso de experimentación con texturas electrónicas. La entrada de
Verdaguer significó la creación de “canciones más densas, con algo de
psicodélica y otros artificios que se traducían en atmosferas”.[63] De
hecho, Separación tiene dos pistas que denotan la experimentación
tímbrica y conceptual: “Donde estás” y “Separación (Psychodance)”,
primera y octava pista, respectivamente. Las secciones musicales son más largas
que en las anteriores grabaciones, ensayos de rock progresivo que se aleja del
rock comercial.[64]
Para José Antonio Cepeda, productor musical especialista
en rock, pero que no había reparado en detalle las grabaciones de Zapato 3,
considera que en el disco de 1991 el proceso de grabación y postproducción de
audio fue meticuloso. Probablemente, el sonido de la capa rítmica (bajo,
batería y guitarra) se grabaron en cinta, porque el fonograma tiene una calidez
que desaparece en Separación. De hecho, en Bésame y suicídate hay
una mejor distribución de los elementos sonoros, sentido de equilibrio producto
de la reverberación. En cambio, Separación apuesta por la propuesta
conceptual del arreglo. Las frecuencias medias y agudas son estridentes, a
veces el bombo suena pasado de volumen y destaca un cambio tímbrico
considerable. La diferencia sonora entre ambos discos se distingue por la
búsqueda de un sonido con entorno acústico natural (1991), frente al sonido
digital (1994). Por otro lado, hay aciertos en Separación, como la voz
en “Obstinado”, “donde la interpretación vocal pasa a un primer plano, y de
esta manera el contenido lírico cobra mayor importancia”.[65]
Experimentación tímbrica
El cuarto disco, Cápsula para volar (1995)
coincide con cambios significativos a nivel internacional. En la industria
discográfica se consolidó el disco compacto y con ello el auge de ventas de
discos piratas; además, se ha incrementado el acceso a los equipos producción
de audio y, en consecuencia, han aparecido sellos discográficos independientes
a nivel mundial, iniciaba otra crisis en la manera de hacer y vender discos.[66] Al
respecto, ha expresado Guarache Ocque que “la banda
quedó en medio de una enredadera contractual: salió de Sonográfica
y firmó con Sonorodven, pero luego pasó a manos de
Universal Music y, al final, le pertenecía a Polygram,
con la que encararían un nuevo reto”.[67] Zapato 3
grabó en México DF, en Estudio 19, una compañía que aún está activa y que
ofrece el servicio de grabación analógica y digital. En su página web el
estudio posee una lista de los artistas que han grabado allí y su relación con
sellos internacionales como Polygram, pero para la
fecha de esta investigación no se reseña el nombre de la banda venezolana.[68]
En Cápsula para volar hay mayor contraste en la mezcla de cada
canción. Por ejemplo, temas como “Hermana” o “Vampiro” evocan el sonido de Bésame
y suicídate; por el contrario, las pistas de “Alucinado” y “Trance eterno”
hacen uso de elementos electrónicos loops,
repetición de un motivo rítmico y melódico a la manera de un ostinato y sonidos pregrabados que se
incorporan a lo largo de la ejecución en vivo. Otro aspecto que llama la
atención de todo el álbum es la voz, la cual no posee grandes intervalos
melódicos y no tiene el exceso de frecuencias medias de los otros discos. Al
respecto, el cantante Carlos Segura ha declarado que Separación “era un
disco que queríamos darle un sonido mucho más pop.[69]
Creo que es mi peor disco como cantante. Me parece que no tienen fuerza. Le
faltó punch. Y lo atribuyo al hecho de que somos una banda en vivo más que de
estudio”.[70] Por otro lado, para
Fernando Batoni tampoco es el mejor disco que
hicieron.[71]
Más allá de las apreciaciones de los protagonistas,
el álbum refleja ambigüedad conceptual, resultado de la constante búsqueda de
expresión artística que la banda ha hecho gala desde sus inicios.[72] En
este álbum, se combinan el sonido de la banda en vivo con los sonidos
modificados en la postproducción. Partiendo de esto, la textura
multidimensional domina la grabación,[73] la mezcla
juega con el timbre y el espacio. Al respecto, Moylan
ha expresado que ambos elementos determinan la personalidad estética y técnica
de la grabación.[74] Si
se toma en consideración las declaraciones antes expuestas por el cantante, Cápsula
para volar es un disco creado desde el timbre, en donde los sonidos
electrónicos y el procesamiento acústico es fundamental. Lo más evidente es la
amalgama con la voz, cuyo tratamiento textural es similar al resto de los
instrumentos; como ha expresado Luthar, “el punto
dulce para la voz” en la pista está determinada por su ubicación y relevancia
en la mezcla.[75]
¿Cómo se expresa el cambio tímbrico en el resultado final? Como señala Ploquin, “la mezcla de los sonidos de los diferentes
instrumentos se trata como un único timbre compuesto, cuyas características se
pueden analizar a través del espectro sonoro registrado en la pista”.[76] Cápsula
es un disco difícil de apreciar como un todo por el contraste estilístico.
Por ejemplo, en “La razón de estar aquí”, el escucha aprecia una balada rock
con marcados toques de folk rock, pero en la siguiente pista, “Super subjetivo”
vuelve el sonido de Bésame y suicídate, para finalizar con una versión
acústica de “Vampiro” con la participación del Mariachi Estelar, ¿uso del
mariachi como una huella de la visita a México? ¿Souvenir sonoro? ¿Exceso
de confianza ante la experimentación? Jaime Verdaguer, tecladista de la
agrupación ofrece su punto de vista: “No importa lo que pasara, podíamos meter
a un mariachi en la última canción o hacer un tema con pura electrónica.
Podíamos experimentar con toda vaina porque estábamos tan seguros de que
teníamos una buena melodía y una buena letra, que el arreglo no era tan
importante”.[77] El
disco fue promovido con una gira en Venezuela; además, se editó simultáneamente
en México, Perú, Chile, Guatemala, Costa Rica y Panamá.[78]
Un “sonido lírico”
Con Ecos punzantes del ayer (1999) la banda estaba por iniciar un
receso de varios años, el disco no estaba bajo el auspicio de los grandes
sellos discográficos. Según Guarache Ocque, este
trabajo “iba a contracorriente de todo [...] grabado sin las ventajas
tecnológicas y económicas del pasado, sin el olfato comercial de un productor y
sin la cohesión anímica y artística de otrora”.[79]
Sin embargo, la producción tiene personalidad, el entono acústico es concreto y
refuerza el sonido de las guitarras, la pandereta y el saxofón. En la mezcla
cada elemento se distingue con precisión y el tiempo de reverberación es corto,
con un sonido más cercano a los instrumentos acústicos. Hay temas que evocan al Zapato 3 de 1989, el
estilema de Amor, furia y languidez está presente en una versión cálida
de “Tocarte, tocarte” con preponderancia de instrumentos acústicos. Además, hay
un ejercicio de intertextualidad musical a través del tema “Amante” ‑cuarta
pista- cuya progresión armónica coincide con “Vampiro” de 1991. En líneas
generales, Ecos punzantes del ayer se aleja del estilo experimental del
álbum anterior. Asimismo, destaca la participación de Juan Bautista López,
mejor conocido como Yátu, como músico invitado, uno
de los integrantes de Seguridad Nacional, banda emblemática del punk
venezolano.[80] La mezcla fue realizada por
Leonardo Small y Diego Márquez, éste último fue baterista de Zapato 3 en los
dos primeros álbumes y había hecho una carrera como productor musical. Ecos
punzantes del ayer es una producción con marcado lirismo literario, a nivel
de audio no apuesta por lo experimental sino por lo expresivo. La mezcla es
menos atrevida que en las anteriores producciones, los teclados han pasado a
segundo plano, el balance y la dinámica general de la grabación resalta la voz
con calidez y expresión.
Luego de este disco, Zapato 3 hizo un receso de más
de diez años que han documentado Soles, Miranda, Guarache Ocque,
Manzano y Sánchez.[81] Sin
embargo, no se hallaron trabajos relacionados con la dinámica de audio o
análisis de sus producciones discográficas; por lo cual, el presente trabajo ha
ofrecido una aproximación desde la escucha crítica a partir de autores como
Cheung-Ruiz, Bennett y Bates, Katz y Liu-Rosenbaum, una metodología aplicada
dentro de la musicología para la producción musical.
Conclusiones
La producción discográfica de Zapato 3 se enmarca en el período de las “grabaciones híbridas”, definido por Luthar como la transición entre el audio analógico al
digital.[82] En este sentido, el
resultado de las grabaciones estuvieron sometidas a las vicisitudes
tecnológicas y posibilidades financieras que, comenzaron de forma modesta con
Eugenio Miranda y la productora Grabaciones Clandestinas, alcanzó un rápido
cenit bajo la tutela de Durban Laverde con el sello discográfico Sonográfica, entró en una fase experimental con Polygram, y culminó con un sonido distinto pero expresivo
en Producciones JDV.
En Zapato 3 no hay una direccionalidad estilística
del sonido grabado; es decir, si bien en el primer disco el resultado del audio
fue producto de las circunstancias, cada producción tiene un timbre particular
que cambia con la tecnología utilizada, los distintos estudios de grabación,
ingenieros de mezcla y productores. Además, como lo han manifestado en
distintas entrevistas sus integrantes, cada disco había sido una propuesta
conceptual diferente: música, sonido, puesta en escena y diseño gráfico eran
divergentes entre cada disco. Sin embargo, dos elementos son constantes: la
instrumentación de una banda de rock y la energía musical de los intérpretes.
Lo anterior se aprecia desde la escucha crítica,
ejercicio de evaluación auditiva de la grabación. Como concepto y método de
trabajo, la escucha crítica ha estado presente desde las primeras producciones
en busca de un óptimo resultado de audio. Esto último se expresa en la correcta
distribución de los elementos sonoros en el fonograma a partir del estilo
musical que se comercializa. No todos los autores coinciden en qué es la
escucha crítica y mucho menos en cómo debe realizarse; sin embargo, todos lo
triangulan con microfonía, estudio de grabación y praxis instrumental, por lo
que, la autoridad máxima de la escucha crítica o por lo menos, quien toma la
decisión final, es el productor musical.
Por último, este trabajo se centra en unos cuantos
aspectos de una colección de grabaciones discográficas. El estudio del audio
fue central, pero la transversalidad con otras disciplinas abre muchas posibilidades
de enfoques y otros posibles temas de estudio, como lo son la vinculación entre
Argentina y Venezuela en el ámbito de la producción discográfica y la recepción
de la discografía argentina en el país caribeño, como otros. Si bien, la
investigación se centró en la escucha crítica, son muchos los elementos que aún
pueden abordarse, como la práctica composicional dentro del estudio de
grabación, levantamiento de datos cualitativos e incluso la teoría de la
recepción. Una metodología de la escucha crítica es un ejercicio cotidiano en
el ingeniero de audio y que puede ser aplicado dentro de los estudios
musicológicos para la producción musical. “Si no lo escuchas, no existe”.[83]
Referencias
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Max Manzano (productor) y Pericles Sánchez (director).
Detrás de la puerta. La
historia documentada de Zapato 3.
Video digital, 2010. 90 min.
Discografía de Zapato 3
Amor, furia
y languidez. Caracas: Grabaciones
Clandestinas, 33 1/3 rpm, 1989.
Bésame y
suicídate. Caracas: Sonográfica, 33 1/3 rpm, 1991A.
Bésame y
suicídate. Caracas: Sonográfica, disco compacto, 1991B.
Separación. Caracas: Sonográfica,
disco compacto, 1993.
Cápsula para
volar. Caracas: Sonográfica,
disco compacto, 1995.
Ecos
punzantes del ayer. Caracas: Not On Label,
disco compacto, 1999.
Otras fuentes discográficas
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rpm, 1979.
Los Gusanos. El
ritual del vacilón. Caracas:
Sonográfica, disco compacto, 1994.
Manfred Mann´s Earth Band. Masque (Songs and Planets). Europa: Virgin, 33 1/3 rpm,
1987.
Manfred Mann´s Earth Band with Chris
Thompson. Criminal Tango. Europa: Virgin, 33 1/3
rpm, 1986.
Vox. No se
puede ya ocultar. Caracas:
Sonográfica, 33 1/3 rpm, 1993.
Yátu. Gandharva. Caracas: Sonográfica, disco compacto, 1995.
Sentimiento
Muerto. El amor ya no existe. Caracas: Sonorodven,
33 1/3 rpm, 1987.
Entrevistas
Eugenio
Miranda, primer mánager de Zapato 3. 14 de junio de 2022. Entrevista abierta.
José Antonio
Cepeda, productor musical. 16 de junio de 2022. Entrevista abierta y ejercicio
de escucha crítica.
[1] El presente trabajo forma parte del proyecto “Poética política / poética sonora. Pasado, presente y resignificación de la música de protesta” (Código VPIA-2021-031) del grupo de investigación CLACSO de la Universidad de las Artes, Ecuador.
[2] Luis Soles. “Programa Yourock entrevista Diego Márquez baterista y productor musical”. (2017). [Consulta junio 8, 2022]. Disponible en: https://www.youtube.com/watch?v=Ng5hb_UvwGo.
[3] Félix Allueva, Crónicas del rock fabricado
acá. 50 años de rock venezolano (Caracas: Ediciones B, 2018).
[4] Coromoto Jaraba, “Proyecto Caracas Memorabilia. Reconstructing Pop Music History in Venezuela”, en Preserving Popular Music Heritage: Do-it-Yourself, Do-it-Together, ed. Sarah Becker (Nueva York: Routledge, 2015), 193-195.
[5] Andrea
Carolina Velásquez Rondón, “Zapato 3: herencia en el rock guayanés (1994-2012).
Documental audiovisual” (tesis de licenciatura, Caracas, Universidad Católica
Andrés Bello, 2015); Williams J. León
H., “Rock hecho en Venezuela (1960-2019): caminos recorridos, caminos por
recorrer”, Anuario GRHIAL, nro. 14 (2020): 21-51.
[6] Eugenio Miranda, Zapato 3: una fantástica historia de amor, aventura y rock n roll (Caracas: Ediciones B, 1999).
[7] Gerardo Guarache Ocque. Zapato 3. Una idea muy obscena. (Caracas: Ediciones B, 2016).
[8] Velásquez Rondón, “Zapato 3: herencia del rock guayanés”.
[9] Max Manzano (productor) y Pericles Sánchez (director). Detrás de la puerta. La historia documentada de Zapato 3. Video digital, 2010. 90 min.
[10] Luis
Soles (productor y director). Vuelo sobre ti. Zapato 3. video digital,
2015. 83 min.
[11] Ramón Alí Mogollón Trujillo, “La industria cultural del rock en Venezuela. Caso Táchira”, Opción 27, nro. 64 (2011): 73-86; Emilio Mendoza, “El cancionero de PTT: prototipo de preservación y difusión digital de la música popular venezolana”, Música, ciudades, redes. Creación musical e interacción social. Actas del X Congreso de la SIBE; V Congreso IASPM-España; II Congreso de músicas populares del mundo hispano y lusófono, eds. Rubén Gómez Muns y Rubén López-Cano (2008): 1-30; José Manuel López D´Jesús, “El rock en Venezuela: de los héroes épicos y el héroe desenfrenado” (tesis de licenciatura, Universidad de Los Andes, 2020).
[12] Simon
Zagorski-Thomas, The Musicology of record production (Cambridge
University Press, 2014); Marco Antonio Juan de Dios Cuartas, “La producción
musical como objeto de estudio musicológico: un acercamiento metodológico a su
análisis”, Etno-Cuadernos de Etnomusicología 8 (2016): 20-47; William
Moylan, Recording Analysis. How the Record Shapes the Song (Nueva York: Routledge, 2020).
[13] Moylan, Recording Analysis, 14-18.
[14] Owsinski, The Mixing Engineer´s
Handbook, 58-59.
[15] Ibid, 54.
[16] Moylan
establece que el audio cada grabación tiene su propia “sintaxis”, orden de
todos los elementos sónicos que le confiere una “personalidad artística”, un
“sello sónico” a los músicos y cantantes. La personalidad artística es parte
del resultado evaluativo de la escucha crítica. Moylan, Recording Analysis, 100-110.
[17] Ibid, 24-28.
[18] No existe un modelo único de escucha
crítica. Por lo general, los intereses y habilidades del ingeniero de mezcla o
mastering se centran en uno o varios elementos del audio. Es evidente que la
principal preocupación es una escucha detallada en función de mejorar las
cualidades del audio. Si bien Schaeffer propone unos modos de escucha, esto
varía con cada individuo y estilo de música. Cfr. Sophia Rosenfeld. “On Being Heard: A Case
for Paying Attention to the Historical Ear”. The American Historical Review 15,
nro. 2 (2011): 316-334.
[19] George Massenburg, “The METALLiance
Report: Critical Listening and Critical Evaluation”, ProSound (30 de enero de 2019). Publicación en línea: https://www.mixonline.com/blog/the-metalliance-report-critical-listening-and-critical-evaluation.
[20] Meining
Cheung-Ruiz, “No escuché nada: el despertar del primer sentido”, en ¿Escuchaste
eso? La escucha entre habilidad y estética, ed. por Meining
Cheung-Ruiz (Guayaquil: UArtes Ediciones, 2021), 217-236.
[21] Meining Cheung-Ruiz y Luis Pérez-Valero.
Producción musical. Pedagogía e investigación en artes. (Guayaquil:
UArtes Ediciones, 2020).
[22]
Bob Katz, Mastering Audio (Nueva
York: Focal Press, 2014).
[23]
Samantha Bennett y Eliot Bates, Critical Approaches to the Production of
Music and Sound. (Londres: Bloomsbury Academic, 2018).
[24] Russ
Hepworth-Sawyer y Craig Holding, What is music production? (Nueva York:
Focal Press, 2010).
[25] Luis Pérez-Valero, “Reseña. William
Moylan. 2020. Recording Analysis. How the Record Shapes Song. Nueva York:
Routledge”. Contrapulso. Revista latinoamericana de estudios de música
popular 2, nro. 2 (2020): 104-106.
[26] Moylan, Recording Analysis, 100-103.
[27] Cheung-Ruiz y Pérez-Valero. Producción musical, 80-89.
[28] Cheung-Ruiz. “No escuché nada”, 235.
[29] David Gibson, The Art of Mixing:
A Visual Guide to Recording, Enginnering, and Production (Nueva York: Artisprop, 2005).
[30] Russ Hepworth-Sawyer y Jay Hodgson,
Mixing Music. Perspectives on Music Production (Nueva York: Routledge,
2017).
[31] Allan F. Moore, Song Means:
Analysing and Interpreting Recorded Popular Song (Cambridge University
Press, 2012).
[32] Brech De Man;
Matthew Boerum; Brett Leonard; Richard King; George Massenburg; Joshua D.
Reiss, “Perceptual Evaluation of Music Mixing Practices”, Convention Paper
Audio Engineering Society (2015): 3-9.
[33] Aaron Liu-Rosenbaum, “The Meaning
in the Mix: Tracing A Sonic Narrative in ‘When The Levee Breaks’”, Journal
on the Art of Record Production 7, (2012).
[34] En inglés Songmap.
[35] Liu-Rosenbaum, “The Meaning in the
Mix”.
[36] Christopher Castillo, “Mixing
Tracks: Notes Toward the Analysis and Design of Vocal Manipulation in Hip Hop
Music”, Computers and Composition 58 (2020): 10-36.
[37] Sergi Casanella, “Mixing as a
Hyperorchestration Tool”, en The Palgrave Handbook of Sound Design and Music
in Screen Media (Londres:
Pargrave, 2016), 57-72.
[38] Margaret Luthar, “Mastering: un mundo entre el oído y las
herramientas”, en ¿Escuchaste eso? La escucha entre habilidad y estética, ed. Meining Cheung-Ruiz (Guayaquil:
UArtes Ediciones, 2021), 237-258.
[39] Jeffrey Scott y Youngmoo E. Kim, “Analysis of Acoustic Features for Automated Multi-Track Mixing”, Audio Engineering Society. 12th International Society for Music Information Retrieval Conference (2011), 621-626.
[40] Miranda, entrevista personal, junio 14 de 2022.
[41] Ibid.
[42] Sentimiento Muerto, El amor ya no existe (Caracas: Sonorodven, 1987. 33 1/3 rpm). Desorden Público. Desorden Público (Caracas: CBS, 1988, 33 1/3 rpm).
[43] El
“sonido garaje” hace referencia a las grabaciones realizadas de forma casera
por agrupaciones noveles. Como expresan Negus y Phillips, el fonograma se hacía
para ser enviado a algún sello discográfico para su consideración. La
producción era hecha por los músicos con equipos no profesionales y tocando en
vivo, lo que generaba un sonido particular; sin embargo, la grabación era testimonio
de las cualidades expresivas de los músicos. Cfr. Keith Negus, Music Genres and Corporate Cultures (Nueva York: Routledge, 1999); Ronnie
J. Phillips, Rock and Roll Fantasy? The Reality of Going from Garage Band to
Superstardom (Colorado: Springer, 2013).
[44] Véase
al respecto las observaciones de Fernando Batoni (bajista) y Diego Márquez en
las entrevistas realizadas por Soles. Igualmente, ha quedado reflejado en los
trabajos de Miranda, Zapato 3 y Guarache Ocque, Zapato 3.
[45] Iyán F. Ploquin, “La evolución tímbrica de Radiohead a través del
análisis cuantitativo y cualitativo de sus primeras producciones
discográficas”. Etno: Cuadernos de Etnomusicología 15, nro. 2 (2020),
184-185.
[46] Ibid.
[47] El
resultado sónico fue producto de problemas de audio dentro del estudio de
grabación. Según Miranda, en la sala de mezcla se escuchaba bien, pero al
producir el vinilo el resultado fue una grabación opaca. Entrevista a Miranda.
También en: Miranda, Zapato 3. Guarache Ocque, Zapato 3.
[48] La
escucha profunda se enfoca en segmentos de audio máximo cinco segundos y de
acuerdo con Moylan conforma el nivel micro de escucha multitextural. Moylan, Recording Analysis,
123-126.
[49] Hepworth-Sawyer y Hodgson, Mixing
Music, 15-22.
[50] Cfr. Miranda, Zapato 3. Guarache Ocque, Zapato 3.
[51] Jimmy Page. Outrider (Santa Mónica: Geffen Records, 1988. Disco
compacto).
[52] Joan Armatrading, How Cruel (Santa
Mónica: A&M Records, 33 1/3 rpm, 1979); Manfred Mann´s Earth
Band with Chris Thompson, Criminal Tango (Europa: Virgin, 33 1/3
rpm, 1986); Manfred Mann´s Earth Band, Masque (Songs and Planets) (Europa:
Virgin, 33 1/3 rpm, 1987); Vox, No se puede ya ocultar (Caracas:
Sonográfica, 33 1/3 rpm, 1993); Los Gusanos, El ritual del vacilón (Caracas:
Sonográfica, disco compacto 1994); Yátu, Gandharva (Caracas:
Sonográfica, 1995, disco compacto).
[53] Aspecto que había considerado Eugenio Miranda en los años ochenta.
[54] Guarache Ocque, Zapato 3, 84.
[55] Allueva, Crónicas del rock, 98-100.
[56] Luis Soles. “YouRock Fernando Batoni fundador de Zapato 3 entrevista Luis Soles”. 2016. [Consulta: junio 9 2022]. Disponible: https://www.youtube.com/watch?v=LGSfNlaBiaE.
[57] Moylan, Recording Analysis, 14-16.
[58] Durban Laverde toca guitarra, bajo y teclados, Mauricio Arcas en la percusión, José Luis Pimentel en la armónica, Milena Paparoni en la voz y Enrique Figueredo en los teclados.
[59] Lisa Di Cione, “¿Un alquimista del éxito? El proceso de consolidación del
productor artístico como figura clave del rock en Argentina”, Revista
Argentina de Musicología 10 (2009): 165-184.
[60] Guarache Ocque, Zapato 3, 85.
[61] Luis Soles. “Programa Yourock
entrevista Diego Márquez baterista y productor musical”. (2017). Disponible en:
https://www.youtube.com/watch?v=Ng5hb_UvwGo. (Último acceso: 08/06/2022)
[62] Simonelli considera que el hard rock
fue una alternativa no comercial frente al mercado del blues. En este sentido,
el sonido se caracteriza por la profesionalización de las bandas, uso de
la edición y overdubbing –superposición de capas de audio para mejorar
el arreglo–, guitarras eléctricas distorsionadas, en la voz se agrega
reverberación y se explora el espacio estéreo de la mezcla. David Simonelli, Working Class Heroes. Rock
Music and British Society in the 1960s and 1970s (Lanham: Lexington Books, 2013).
[63] Guarache Ocque, Zapato 3, 102.
[64] Ugo Fellone, “El estudio de
grabación como elemento clave en la concepción del post-rock de Simon
Reynolds”. Etno. Cuadernos
de Etnomusicología 15,
nro. 2 (2020): 247-269. Al respecto, véase: Edward Macan, Rocking the
Classics. English Progressive Rock and the Counterculture (Nueva York:
Oxford University Press, 1997); Bill Martin, Listening to the Future. The Time of Progressive Rock, 1968-1978
(Chicago: Open Court, 1998); Kevin Holm-Hudson, ed., Progressive Rock
Reconsidered (Nueva York:
Routledge, 2002).
[65] José Antonio Cepeda. Entrevista personal, 16 de junio de 2022.
[66] La
industria discográfica ha tenido diversas crisis al cambiar de formato. Han
sido las más trascendentes el cambio de velocidades de 78 rpm a 33 1/3
rpm alrededor de 1948, y en los años noventa la transición del disco de vinilo
al disco compacto. Específicamente
sobre este período véase: Kim de Laat, “Innovation and Diversity Redux:
Analyzing Musical Form and Content in the American Recording Industry,
1990-2009”, Sociological Forum 29, nro. 3 (2014): 673-697.
[67]
Guarache Ocque, Zapato 3, 116.
[68] Estudio 19. Disponible: https://estudio19.com.mx [Último acceso 23 de junio de 2022].
[69] Quizás el acercamiento
a lo “pop” hace referencia a una producción más comercial que a la búsqueda de
una propuesta conceptual o experimental.
[70] Guarache Ocque, Zapato 3, 118.
[71] Ibid., 120.
[72] Miranda y Guarache Ocque han expuesto en sus textos esta faceta.
[73] La textura multidimensional
distingue tres niveles de escucha: macro, meso y micro. Los distintos niveles y
su organización responden a las necesidades expresivas del estilo musical y de
la experiencia del ingeniero de mezcla. Lo “multidimensional” hace referencia a
cómo, desde los distintos niveles funcionan estos elementos en la grabación.
Moylan, Recording Analysis, 120-133.
[74] Ibid., 106-108.
[75] Luthar, “Mastering”, 243.
[76] Ploquin, “La evolución tímbrica de Radiohead”, 84.
[77] Guarache Ocque, Zapato 3, 120.
[78] Ibid., 129.
[79] Ibid., 27.
[80] Rafael Uzcátegui, comp., Educación anterior. Una historia incompleta del punk venezolano. (Caracas: PROVEA, 2019): 38-40.
[81] Soles, Vuelo
sobre tí; Manzano y Sánchez, Detrás
de la puerta; Miranda, Zapato 3;
Guarache Ocque, Zapato 3.
[82] Luthar, “Mastering: un mundo entre el oído y las herramientas”, 240.
[83]
Cheung-Ruiz, “No escuché nada:
el despertar del primer sentido”, 235.